Teresa Parodi, la infancia en la voz
La cantautora y compositora correntina, de gran trayectoria, es una de
las figuras más representativas de la música popular argentina; su
compromiso político, su compromiso con el país, la ubicaron hoy en ese lugar que a muchos nos enorgullece: "Ministra de cultura de la Nación Argentina", porque creemos en su mirada sensible, en su valoración puesta en cada una de las manifestaciones culturales, porque ella sabe y lo dijo "La esperanza es un milagro", y nosotros tenemos la esperanza de que de su mano, nuestra cultura siga creciendo y podamos verla cada vez mejor.

En esta oportunidad quiero compartir, algunas anécdotas que Teresa Parodi compartió alguna vez en una entrevista realizada por la Fundación Argentina de Cardiología, reflexionando sobre el poder de la lectura, de las palabras, sobre cómo con tan poco a veces se puede hacer milagros en medio de la marginación, experiencias rescatadas de sus recuerdos como maestra rural... Y también comparto, cuatro canciones con las que nos permite asomarnos al mundo de la infancia...
¡Que la disfruten!
María Teresa Parodi, estudió Literatura hasta el tercer año de la carrera, luego se dió cuenta de que su pasión era trabajar como "maestra rural", tenía diecinueve años cuando decidió eso y se fue a una escuela del monte misionero en donde el vecino más cercano, contó alguna vez, estaba a dos kilómetros.
Recuerda la cantautora "...aquellas
eran escuelas rurales, escuelas solitarias, ajenas a todo. Los
chicos tienen una avidez, pero también una soledad. No había
libro de lectura por ejemplo, entonces yo copié (ya que mis alumnos eran
poquitos) cada uno de los libros, hice como hojitas de cuaderno, les di
una formita de libro, los forré y les hice unos dibujitos espantosos,
porque dibujo muy mal, pero los coloreaba con un amor, ¿no?; y a la
semana, más o menos de haber empezado las clases, les di a cada uno un
libro. No me voy a olvidar nunca en mi vida de ese momento, cuando los
chicos agarraban el libro y decían: "¿Es mío?" Como si fuera
maravilloso, como si fuera editado por una editorial importante "¿Es
mío?" Repetían. No podían creerlo. Y se lo llevaban a su casa y lo
traían, y lo sacaban y lo ponían en el pupitre y todos los días me
preguntaban: "¿vamos a leer hoy Señorita?", porque les encantaba, porque
tenían su librito para leer. Estas cosas que vi, esta carencia, esta
sensación de que nadie se acuerda de ellos… Luego, yo llevé mi guitarra porque ya cantaba y había estudiado muchos años música,
por supuesto no había piano, por supuesto profesora de música ni
sueñes. Éramos cuatro maestros, dos por la mañana y dos a la tarde, la
Directora era además una de esos maestros. Y yo le dije a la Directora :
"Señora no le parece mal si yo como traje mi guitarra y vivo acá en la
escuelita, les puedo enseñar a los chicos algunas canciones así en las
fiestas patrias hacemos algunos cantitos y yo, me vengo a la mañana,
usted me pone una horita y componemos música". A ella le pareció
lindísimo, a los otros maestros también, entonces yo armé un corito y
por primera vez cantamos. No sabés lo que fue el
día que estrenamos el coro el 25 de mayo, estaban con sus guardapolvos
almidonados y una emoción porque iban a cantar y yo tenía tanta emoción
como ellos, yo tocaba la guitarra y me temblaban las manos…
Vinieron todos los padres
por supuesto, y yo tocaba y ellos cantaban fuerte y estaban tan alegres,
yo digo, como por ahí con nada haces milagros. El milagro de la
alegría, la alegría es un milagro en el medio de la marginación. La esperanza es un milagro. Tenía por ejemplo un niño, un alumnito que
vivía con su mamá que era una señora grande, ý él, después de la escuela
juntaba naranjas y vendía de casa en casa y la gente le compraba porque
la mamá se había quedado sola y estaba enferma y le costaba mucho
trabajar. Y él me decía siempre: "Señorita, ¿sabe qué? Yo trabajo mucho,
y a la noche y estudio pero a veces no quiero venir a la escuela porque
yo voy a trabajar hasta la noche para sacarla de pobre a mi mamá".
Entonces yo le decía: "mirá m´hijo, vos tenés que ir a la escuela,
porque ahora, hacé esto que haces, está muy bien, yo te felicito, te
admiro mucho por esto, pero sabes qué sería bueno, que vos estudies lo
mismo, todo lo más que puedas porque alguna vez esa va a ser una
herramienta, además de tus ganas de trabajar y de todo el esfuerzo que
hacés ahora para vender estas naranjas. Eso va a ser una herramienta que
te va a ayudar más rápido a sacar de pobre a tu madre". Y sabes m´hija,
hace unos años, cantando acá en Buenos Aires, un día a la salida del
concierto que se acerca la gente, un muchacho alto me tocó la espalda y
yo me di vuelta y me dijo: "Señorita Teresa, ¿se acuerda de mí?" Y yo lo
miré y era el mismo niño aquél con la mismo rostro pero alto, con cara
de varón grande ya, con una chica rubiecita y un montón de chicos. Me
dice: "vió Señorita Teresa cumplí, la saqué de pobre a mi mamá, ahora
vivo acá en el Gran Buenos Aires, yo la sigo desde que usted ganó
Cosquín, y hoy tuve la oportunidad de poder verla, porque no podía
nunca, la saqué de pobre a mi mamá, pero sabe qué Señorita Teresa le voy
a agradecer toda mi vida, yo seguí estudiando…" y me seguía diciendo
Señorita Teresa y cada vez que me lo decía, me daba una emoción"..."
(pueden leer la entrevista completa aquí: http://www.fac.org.ar/1/publicaciones/diario/0502/parodi.php)
"...Las canciones populares acompañan a la gente en todos los momentos
de la vida, en los buenos y en los malos, en los dulces y en los
dolorosos, inolvidables siempre y marcados a fuego por una canción. Las
letras provocan emociones..." (M.T.P.)
Compartimos los videos de las canciones y las letras de cada canción...
EL PAÍS DE LA INFANCIA
Anoche soñaba un sueño, madre
Tan bello que me dolía
En el patio de tu casa
Un país de sol había
En él hallaban refugio
Los niños, las viejecitas
Los sueños, las inocencias
Las penas más infinitas
Y la alegría estrenaba
Sus alas de maravillas
Y era tan lindo, mamá
Saber que el amor podía
Echar abajo los muros
Y descorrer las celosías
Y aquel país que soñamos
Era verdad, existía
Entre las flores del patio
Sin marginados ni heridos
Qué hermoso era el sueño, madre
Qué cierto me parecía
Sueño que vuelvo buscando las luces de tu ventana
Pobre de mí, si hasta escucho tu voz que detrás del cristal me llama
El cielo estaba tan cerca, madre, de tu mirada
Tenía siempre un jazmín herido sobre la falda
Sueño que llamo a tu puerta, golpeando la vieja aldaba
Leves tus manos despliegan su límpido vuelo de alas
La ronda, ronda
De aquellos días mi sueño encanta
La ronda, ronda
Que me devuelve con mis hermanas
Ronda, ronda de sol
Del lagarto ramón y la hormiga viajera
Las trencitas, mamá, qué tirantes, por dios
¡ay! Qué lindas que eran
Soñando siempre
Me escondo tras la puerta
Porque la abuela viene
Cuidado niña que el sol está que pica
Y esta canción es breve
Aquel país de la infancia, madre
Sólo en tu patio existía
En mis juguetes perdidos
Me está mirando la vida
Sueño que el sueño es más breve, madre
De lo que he de ver
Pobre de mí si no lo puedo atrapar
Con esta canción se muere
El sueño llega tan cerca, madre, de mis juguetes
Que alcanzo a verme con el osito de ojitos verdes
Sueño que viene conmigo a las rondas de ayer mi hija
La muñequita que más adoré va con ella a jugar de prisa
Nadie se esconda que se termina la melodía
Qué hermoso ha sido soñar con todas, queridas mías
Ronda, ronda del sol
Del burrito orejón
Y de la blancanieves
Las trencitas, mamá
Qué tirantes, por dios,
Todavía me duelen.
Soñando siempre...
EL NIÑO Y LOS HOMBRES
El niño salió a su puerta aquella mañana
Y vio que la primavera también estaba
Trató de guardarse adentro tantos colores
Así como algunos trinos que son primores
El niño, con mucha pena,
Pensó en los hombres
Que están callados, que tienen miedo
Que juntan bronca y pocos amores
Le supo a dolor de muchos
Que la poesía que está tan clara
En toda la vida
No los detenga mientras caminan
¡qué solos! Pensó, ¡qué tristes! Lloró
Qué ajenos, sintió, se quedan
El niño buscó mirarse en el agua mansa
De un leve arroyito rápido que pasaba
Se puso de abrigo el cielo y acaso el alma
Y fue por la primavera aquella mañana
Los hombres debieran verse en esos espejos
Que están tan cerca y que son tan bellos
Pensaba el niño, pensando en ellos
Los hombres han olvidado
Que la alegría se encuentra acaso
En lo que se olvida
Y que tan hermosa suelta la vida
Que miren, pensó
Que vean, soñó
Que canten, pidió, con ella
CORRE NIÑO, CORRE
Corre niño corre,
Que jamás te alcance
La desesperanza,
Corre hacia delante.
El niño corre con alegría entre los cacharros,
Va pateando latas y piedras
Con desparpajo.
Qué ojazos tiene tan atrevidos y acharolados,
Pancita al aire, carita sucia
Pelito lacio.
Nada le importa que el frío corte
Con latigazos
De viento el día que se ha venido
Tan destemplado.
En la montaña de la basura
Se vuelve pájaro
De vuelo corto, de vuelo frágil,
De vuelo manso.
Corre niño, corre...
A duras penas va con el balde
Y el viejo trapo buscarse las moneditas
Que junta a diario
Tan chiquitito en las avenidas
A contramano,
Le hace gambetas a las tristezas
Como jugando.
Que no te enojes piden sus ojos
Acharolados
Que la pobreza al fin de cuentas
No es un pecado
Y en la montaña de la basura...
Corre niño corre...
(esta última canción, en la voz del cantante Pablo Parsi)
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