La entrevista de hoy, es con una ilustradora /autora apasionada por lo que hace. De una gran creatividad que despliega en cada una de sus producciones, y que, no sin fundamentos, a veces podríamos llamar "soñada"... María Wernicke, para leer, esuchar con la mirada y disfrutar - como siempre -.
¡Gracias María Wernicke!..
¿Qué lugar ocupa el silencio en el proceso de tus
producciones y cómo te llevás con él?
Me llevo de maravillas. Me gusta el silencio, lo
necesito en mi vida cotidiana e inevitablemente lo traslado a mi trabajo.
En tus inicios pusiste tu
mirada sobre la obra de dos ilustradores argentinos: Saúl Oscar Rojas y Nora Hilb ¿Qué fue lo que
aprendiste en relación al particular trabajo de cada uno de ellos?
El trabajo de los dos me entró por los ojos como
flecha, de ahí, directo al corazón. El de Nora por la ternura y el del Negro
por la plasticidad. Después, además, los conocí a los dos. Tanto Nora como el
Negro fueron -y siguen siendo- colegas generosos, solidarios. Nora me abrió puertas
cuando yo recién empezaba, y el Negro, muchos años después, sin saberlo, fue
quien me ayudó a ir encontrando un camino propio.
Trabajaste por encargos durante mucho tiempo, aprendiendo el oficio del que podías
enorgullecerte por tu buen cumplimiento, como dijiste en una entrevista. Pero
decías, también, que lo que no habías aprendido con esos trabajos era a
“interpretar”. ¿En cuál de tus trabajos sentiste
por primera vez el espacio de libertad en el cual desarrollar tus posibilidades
interpretativas y que recordás que te pasó frente a ese espacio?
Hubo y hay muchas idas y vueltas
en esto de trabajar como ilustradora. Con cada trabajo aprendo algo. Y uso la
palabra trabajo porque así lo tomé desde el principio.
Uno de los primeros libros
que ilustré, fue Candelaria, de Griselda Gálmez. Y ahí puse todo lo que pude.
No es un libro álbum, sin embargo, detrás de cada personaje hay una persona,
con gustos determinados, actitudes, secretos. Disfruté mucho haciendo ese libro
y me sentí libre de convertir a cada personaje en un ser querido.
Creo que hay textos que,
más allá de la interpretación, son buenos relatos que con nuestra mirada, desde
la imagen, podemos enriquecer. Esa libertad fue la que me tomé con Candelaria,
la de darles vida más allá de las palabras.
También hubo épocas de no
poder hacerlo, de trabajar mucho con pautas. Esto más que nada tiene relación
con los textos escolares, donde hay cosas que “se tienen que entender”, incluso
en algunos países para los que trabajé, tenía que ser muy estricta en las
proporciones, el lo real, en detalles que si no hubiesen sido impuestos, no
habría dibujado. Pero era el trabajo que me daba de comer, con el que pagaba
las cuentas… En esos casos, no había cabida para la interpretación aunque
hubiese querido (aunque siempre, aunque sea solapado, algo se me pianta –parte
de hacer placentera la tarea-). A veces pienso que esa
época, que me dio mucho oficio, ya que tenía que cumplir con tiempos muy
apretados y muchas pautas, fue la que me impulsó a hacer otra cosa, a mirar la
ilustración desde otro lugar; por oposición.
¿Es verdad que “Un señor en
su lugar” se paseó por uno de tus sueños? ¿Solés trabajar con residuos de
material onírico?
Sí,
es real. Y sí, suelo trabajar con material onírico. A veces el texto que tengo
entre manos se mete en mis sueños y ahí surgen imágenes.
Recuerdo
un texto de Iris Rivera, que un año después de haber leído, interpreté en un
sueño. Desperté pensando en eso que había soñado... un final donde había una
muerte. Recordaba que no era así y volví al texto para saber cuál era el motivo
de haberlo soñado. Cuando volví a leer el texto entendí que, si bien no había
una muerte real, estaba implícita en el
fin de una etapa.
Dijiste alguna vez de tu libro “Uno
y Otro” que fue
diferentea todo lo que habías hecho hasta el momento de su publicación. Texto
e imagen inseparables, en donde la imagen lleva a que el texto pueda leerse de
distintas maneras, y donde pueden surgir muchísimas lecturas. Y me acordaba del
poeta Juarroz cuando dice “(…) Buscar esos mensajes intermedios/ La forma que se forma entre las formas/ Es completar el código / O tal vez descubrirlo” ¿Será que
tenemos que aprender a leer así?
No tengo idea de cómo hay que aprender a
leer. En realidad, no me convencen los “hay”. Si hablamos de lectura, cada cual
lo hará desde su lugar, sus conocimientos, su historia, su sensibilidad y
también con el humor del día. Cada momento de la vida es distinto y eso nos
llevará no sólo a distintos libros sino a distintas lecturas del mismo libro.
Existieron en nuestro país, dos períodos históricos relevantes: La dictadura
militar y la vuelta de la democracia. Entiendo que atravesaste ambos períodos, ¿qué significó para vos haber participado del libro “Quién soy”?
Antes que nada, la idea de poder colaborar con Abuelas
vía Calibroscopio, fue el gran incentivo. La oportunidad de aportar mi grano de
arena con gente muy querida.
Significó y sigue significando mucho más de lo que
puedo poner en palabras o imágenes. Pero voy a intentarlo.
Crecí en dictadura. Aprendí a callar, a no opinar en
cualquier parte, a medir, a cubrir las tapas de los libros que leía, a no
olvidar el documento en casa, a no anotar teléfonos con nombre y apellido.
Aprendí a vivir con el miedo a cuestas hablando bajito.
A pesar de los años que pasaron, de la democracia, de
poder votar, me sigue costando hablar. Trabajar en este libro era una forma de desaprender. Quién soy, me abrió la puerta en ese camino: ilustrar,
es decir.
Pensaba en Haiku,
ese trabajo compartido, en donde tu individualidad y la de Iris- se
encuentran y entrelazan conformando una
misma partitura... ¿Cómo vivenciaste este proceso compartido de
la construcción de Haiku?
Mientras hacíamos Haiku,
nos íbamos conociendo, abriendo puertas, jugando, divirtiéndonos. Nos hicimos
amigas.
Me gustaría trasladarte una
pregunta que alguna vez hizo Georges Braque: “Si la pintura no
inquieta, ¿es una pintura?”
Frente a una
pintura, no nos pasa lo mismo a todos. ¿Quién valida si es pintura? ¿El que se
inquieta frente a esa obra o el que no?
¿Cómo ha sido tu experiencia con las editoriales?
Tuve experiencias diversas, tantas como trabajos...
empecé hace veinte años, son muchos...
Recibiste varias distinciones por tu trabajo… ¿qué
significaron para vos?
Reconocimiento, incentivo. Sobre
todo porque los trabajos premiados fueron hechos por elección, con convicción,
placer, desde un lugar totalmente personal. Como digo muchas veces, fueron
libros hechos por pura gana.
Decía John Berger que “Para el artista
dibujar es descubrir”, ¿qué sentís fuiste
descubriendo en tu camino como ilustradora?
Me
descubro. Aprendo del mundo que me rodea y de mí misma.
¿Algo que puedas decir del nuevo libro, editado por Salamandra, “Longe”?
Lo
más lindo del libro fue el encuentro con Silvana. Trabajamos con temas que nos
tocan a las dos, con vivencias y sensibilidades similares. Ese fue el motivo de
haberlo hecho. Creo que, en este libro, eso se nota y juega a favor. Es un
libro bello, poético, y la edición de Salamandra es impecable.
Acerca de María Wernicke:
Así se presenta ella misma en el foro de ilustradores: "Nací en Olivos, muy cerca del río. Allí pasé mi infancia junto a mis padres, ambos escritores. ¡Toda mi vida estuve rodeada de libros! Supongo que eso fue lo que me llevó, a mí también, a escribir, dibujar y a hacer libros. Antes de trabajar como ilustradora, aparte de escribir y dibujar, me dedicaba al diseño gráfico.
El primer libro que ilustré, en 1994, fue “Había una vez un delfín” de Graciela Pérez Aguilar, para editorial el Quirquincho. La editora era Adela Basch. Desde entonces, ilustré muchísimos libros para: Alfaguara de Argentina y de Puerto Rico; Santillana de Argentina, Puerto Rico y USA; Edebé de Argentina y España; Colihue; Estrada; Sigmar; AZ, Errepar; Atlántida y otras.
En 2006, Ediciones Calibroscopio editó mi primer libro álbum como autora: UNO Y OTRO.
Entre trabajo y trabajo, participé de muestras individuales y colectivas. Entre ellas, de la Bienal de Bratislava 2001 y muchas otras exposiciones junto a mis colegas del Foro de Ilustradores de Libros para Chicos y la ADA (Asociación de Dibujantes de Argentina)"
Distinciones:
El primer libro que ilustré, en 1994, fue “Había una vez un delfín” de Graciela Pérez Aguilar, para editorial el Quirquincho. La editora era Adela Basch. Desde entonces, ilustré muchísimos libros para: Alfaguara de Argentina y de Puerto Rico; Santillana de Argentina, Puerto Rico y USA; Edebé de Argentina y España; Colihue; Estrada; Sigmar; AZ, Errepar; Atlántida y otras.
En 2006, Ediciones Calibroscopio editó mi primer libro álbum como autora: UNO Y OTRO.
Entre trabajo y trabajo, participé de muestras individuales y colectivas. Entre ellas, de la Bienal de Bratislava 2001 y muchas otras exposiciones junto a mis colegas del Foro de Ilustradores de Libros para Chicos y la ADA (Asociación de Dibujantes de Argentina)"
Distinciones:
A su vez, este libro estuvo entre los 20 mejores libros para niños y jóvenes de creadores iberoamericanos, premiados por la Fundación Cuatrogatos, 2014.-
Este año, por tercera vez, Abuelas de Plaza de Mayo convocó a escritores a enviar su Twitte Relato por la identidad a concurso.Y Por tercera vez, María Wernicke fue invitada a ilustrar uno de los Twitte relatos ganadores.
Para conocer más acerca de María Wernicke, y su trabajo, pueden ingresar a su blog, a través del siguiente enlace: http://www.mariawernicke.blogspot.com.ar/
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