martes, 5 de agosto de 2014

Pablo De Santis,entrevista

El encuentro de hoy, a través de las palabras, es con el escritor Pablo De Santis: El día que le dijeron "usted es un escritor", decidió creerlo... ¡Lo bien que hizo, y lo mucho que se lo agradecemos!...
¡Gracias Pablo de Santis por compartir con la Infinita desmesura, una parte de tu tiempo, y del mundo de palabras que habitás y te habitan!... Aquí, la entrevista:


“Uno no es por lo que escribe, sino por lo que ha leído”, decía Borges…  Comentaste en algunas entrevistas que en casa de tu familia había una biblioteca llena de novelas policiales, y que, en los largos veranos, te leías una novela por día…  Esas novelas, ¿eran novelas que leían tus padres o que habían comprado para vos? ¿Qué hallabas en esas novelas que te apasionaban al punto de comenzarlas y terminarlas en un mismo día, y al otro día ir por otra? 

Eran novelas de mis padres. Había libros de Agatha Christie, de Simenon, de Gaston Leroux. También estaba La historia de San Michele, un libro que fue muy popular hace décadas, escrito por el médico sueco Axel Munthe. Y muchas cosas bastante originales, como los cuentos de Robert Bloch, el autor de Psicosis, o La especialidad de la casa, de Stanley Ellin, uno de los mejores libros de relatos de policiales de todos los tiempos. Esa pasión por la literatura de género nunca me abandonó. 

Esas novelas que leíste cuando chico, ¿Influyeron más tarde en tu escritura?

Creo que los libros que leí de adolescente influyeron mucho más que los que leí después: me dieron la idea de que contar una historia era contar algo extraordinario, no un hecho común, cotidiano. De alguna manera quedé preso de esa idea.

Si mal no leí por allí, Los cuentos de Bradbury fueron, en parte, los que te impulsaron a escribir, ¿Qué particularidad de esos libros constituyeron ese impulso?

Bradbury sabía unir el mundo de la experiencia con el de la imaginación; por más que hablara de viajes espaciales, los aspectos humanos –y su propia vida-  estaban siempre presentes. Eso está muy bien señalado por Borges en el hermoso prólogo que escribió para Crónicas marcianas; decía Borges que veía, en el Marte imaginado por Bradbury, la vida de su pueblo natal, el tedio provinciano.

¿En qué momento sentiste encontrar tu propia voz como escritor?

No sé. Pero cuando publiqué mi primera novela, El palacio de la noche, le regalé uno de los ejemplares a Homero Alsina Thevenet, gran crítico de cine uruguayo y amigo de juventud de Onetti. Trabajábamos en la misma editorial, la vieja editorial Abril,  y a veces almorzábamos juntos, a pesar de la diferencia de edad. Y un día entró a la redacción de Radiolandia, donde yo trabajaba y me dijo: Usted es un escritor. Y se fue sin decir más. Decidí creérmelo.

¿Tu trabajo como escritor está en lo que escribís, y en lo que finalmente está listo para ser leído por otros, o está en la “en la invención de razones” para que eso que escribís sea leído por otros?  

La escritura verdadera es la última; no los borradores y los planes desmesurados, sino el resultado final, lo que decidimos dar a conocer. Porque lo que tiene sentido es sólo lo que pertenece al ámbito de la decisión. Escribo mucho más de lo que publico, pero creo que lo que realmente escribo es lo que publico.

En tus inicios, trabajaste en historieta, a partir de haber ganado un concurso como guionista en la Revista Fierro, iniciada en 1984, ya tiempos democráticos. ¿Qué recuerdos tenés de la Revista en aquel entonces y de aquella experiencia como ganador del concurso?

Para mi fue muy importante ese concurso. Me conecté con el mundo de la historieta (y sigo vinculado a ese mundo), conocí a las grandes figuras de la historieta argentina e hice muchos amigos como Juan Sasturain, Marcelo Birmajer (que era muy joven), Juan Lima, el dibujante Max Cachimba… Fue a partir de Fierro que conocí personalmente a escritores como Mario Levrero o Ricardo Piglia. Las notas que escribían Angel Faretta o Rodrigo Tarruella sobre cine me marcaron profundamente (de hecho el cine que más me gusta es el de los años 80 y los 90: John Carpenter, Brian de palma, John Landis, el Drácula de Coppola) 

Llegaste a ser jefe de redacción de esa revista. ¿Qué sentiste cuando, en una de las crisis que atravesó nuestro País, esa revista cerró y que sentiste cuando supiste de la vuelta de esta revista, editada por Página 12 y dirigida por Juan Sasturain, en la que publicaste  “El hipnotizador”, ilustrada por Juan Sáenz Valiente? 

No me preocupé cuando cerró: me parecía que había cumplido un ciclo y yo también quería hacer otras cosas. Y me alegró mucho cuando volvió a la vida de la mano de Juan Sasturain, y con una nueva generación de autores.

En un video te vi mostrar, rescatar de tu biblioteca el libro “Mort Zinder”, que Héctor Germán Oesterheld, hizo junto a Alberto Breccia. ¿Qué importancia reviste ese libro para vos?

Mort Cinder es una de mis historietas favoritas. Está impecablemente escrita, y el dibujo es impresionante. Además yo coordinaba esa colección de clásicos de Colihue y escribía los prólogos y las contratapas.
 

¿Creés que la historieta sería un género interesante de ser incluído como material de lectura en las escuelas? ¿Por qué creés que cuesta tanto su incorporación?

La historieta enseña a “mirar” y es un género óptimo para cruzar conocimientos literarios con habilidades plásticas. Además es un género que los alumnos pueden escribir y dibujar sin mayores dificultades técnicas y sin dinero de por medio. Es el arte más barato que existe. No sé muy bien por qué cuesta tanto aceptarlo en la escuela. La historieta enseña a ordenar una historia en su dimensión temporal, pero también a ordenar los elementos de la narración en el espacio.

Eduardo Mallea, dirigió una colección llamada “Cuadernos de la quimera”, de la cual tenías todos los tomos menos el primero, que había sido prologado por  Borges.  Ese primer tomo lo tenía Juan Sasturain, y te lo regaló…  Como lector de aquella colección, ¿que sentiste finalmente al completarla?…

Es lo único que coleccioné con alguna perseverancia. Me encantan esos libritos. También me regaló alguno Elvio Gandolfo, un relato de Henry James, La humillación de los Northmore… Hace unos años Emecé volvió a sacar algunos títulos, sin mayor éxito, lamentablemente.

Dijiste alguna vez que te gustan las constricciones en la escritura, es decir moverte dentro de las formas,  que el genero policial trae la idea de la forma, de la trama, las poéticas de la  constricción, que produjeron a Navokov, a Perec, Borges, Calvino… me corregirás si no fuera así, y si lo fuera, ¿por qué te gusta moverte dentro de esas formas en la escritura?

Me gusta, como escritor, tener una idea clara del artificio que hay en un texto literario… Todos los escritores que enumerás tuvieron muy en claro que no hay una especie de verdad o valor en la espontaneidad, sino que todo en literatura está en relación con la forma, y que la forma, lejos de ser lo “artificial”  y lo ajeno en contra del contenido y lo propio, es lo más íntimo del escritor. Es importante el efecto de naturalidad en un relato, pero ese efecto viene después de un intenso trabajo. 

Dirigiste las colecciones para lectores adolescentes "La movida" y "Obsesiones", de Ediciones Colihue, ¿Cuál era la principal característica de esas colecciones?

Las dirigía en el pasado: hace años que no salen libros. Pero ahora va a salir una novela de Enrique Butti, La fuerza de la gravedad, que es extraordinaria. Un relato que está dentro de la literatura fantástica y que muestra una especie de viaje mental por un mundo donde el tiempo se ha detenido. Tanto en Obsesiones como en La movida hubo una apuesta por el mundo del los géneros, por separar la literatura juvenil de la infantil, y por darle lugar a la ilustración “historietística”. 

Se estrenó la película “El inventor de juegos”, ¿Qué significó para vos haber escrito este libro? ¿Viste la película, que te pareció?

Escribí ese libro hace más de diez años. Fue uno de los libros que escribí más rápido, sin un plan detallado, por eso tiene algo de onírico. La película, que es maravillosa, mantiene esa fidelidad al mundo de los sueños. Las escenas más difíciles de filmar fueron conservadas, al contrario de lo que indicaría el sentido común, y eso le dio a la película un aire de extrañeza y complejidad. Me quedé muy impresionado con el trabajo del director, Juan Pablo Buscarini.

¿Sentís como Bioy Casares, que “parte de tu amor a la vida se lo debés  a tu amor a los libros”?

Puede ser, pero aún sin los libros amaría la vida de todas maneras. 
Muchísimas gracias por la entrevista, por la generosidad de las palabras compartidas.-
Ivanna Rosselli
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Acerca de Pablo de Santis 
Nació en Buenos Aires en 1963. Es autor de las novelas juveniles "Desde el ojo del pez", "Pesadilla para hackers", "Lucas Lenz y el Museo del Universo", "Astronauta solo", entre otras. Publicó el libro de historietas "Rompecabezas"; los ensayos "Rico Tipo y las chicas de Divito" y "La historieta en la edad de la razón". Escribió también las novelas "Filosofía y Letras", "La traducción" y "La sexta lámpara" y el libro de cuentos "Rey secreto". 
Trabajó como guionista para el programa de televisión "El otro lado", de Fabián Polosecki, y para la
miniserie de televisión "Bajamar, la costa del silencio", dirigida por Fernando Spiner.
Recibió el Premio al Mejor Guionista otorgado por la Revista Fierro (1984), el Premio "Los destacados de ALIJA" (1993), y el Kónex de Platino de Literatura Juvenil (2004).

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